No hay recetas infalibles frente a un fenómeno tan voraz como el de la inflación desatada, más aún cuando llega a los límites de la llamada hiperinflación, pero hay cierto consenso sobre las tácticas básicas de sobrevivencia en esta especie de tsunami económico.
El sentido común indica la necesidad de protegernos ante la volatilidad de la moneda local. En consecuencia, toda oportunidad de exportar y recibir ingresos en una moneda robusta vale, literalmente, su peso en oro. Por otra parte, el dinero en los bancos toma el carácter de papa caliente. Transformarlo en activos o inventario puede ser la mejor forma de conservar valor y, por tanto, mantener la producción relativamente indemne ante los constantes incrementos de costos. Recordemos, además, que la hiperinflación destruye con especial crueldad los salarios y, en consecuencia, el capital humano de la empresa. En este sentido también hay que ser imaginativos y audaces. En la actual coyuntura venezolana, por ejemplo, algunas empresas han optado por pagar por adelantado varios meses de salario, permitiendo así que sus empleados también puedan proteger el valor de su dinero.
Necesitamos el equivalente a las condiciones de un atleta bien entrenado para movernos con rapidez y agilidad. La lentitud, la inacción y la burocracia se pagan carísimo. No basta con tener buenos gerentes; además ellos deben tener la autonomía suficiente para negociar y tomar decisiones a una velocidad que al menos se acerque a la del deterioro del valor monetario.
En contextos inflacionarios, todos los jugadores pretenden cobrar pronto y pagar tarde. Toca negociar duro para lograr las condiciones más ventajosas posibles, reduciendo en lo posible el crédito que otorgamos y apreciando como una joya aquel que recibimos, incluyendo el de cualquier banco.
En síntesis, resistir confiando en que vendrán tiempos mejores.
En síntesis:
- Piense en modo “exportable”. Si está en Venezuela, recuerde que se ha flexibilizado el marco legal para la retención y administración de lo que obtenga por exportaciones.
- Muévase rápido. Convierta pronto su moneda local en todo aquello que, a diferencia de ésta, preserva mejor su valor: inventario, equipos, etc.
- De las divisas que obtenga, invierta lo razonable en proteger el salario de su personal, en particular de aquel con mayor valor estratégico.
- Es la hora del “deber”… Aproveche y valore el crédito.
- Ponga todo en revisión y relea su mercado. Puede ser el momento de reconfigurar sus productos o servicios aprovechando, por ejemplo, materias primas de origen nacional o desarrollando ofertas para nichos de mercado que súbitamente quedan vacíos.