La excelencia requiere saber discernir lo que puedes y no puedes controlar.
Una de las lecciones más difíciles en la vida es aprender cómo enfocar tu energía en las cosas que puedes controlar y no preocuparte tanto por las cosas que no puedes.
Esto también es válido para las empresas. Si quiere rendir al máximo, debe aceptar que ciertas cosas están fuera de su control.
Escriba una lista de todo lo que podría salir mal en su negocio. Luego, separe los problemas potenciales en dos categorías: cosas que se pueden controlar y cosas que no.
Tache inmediatamente todos los elementos de la última categoría y manténgase enfocado en los problemas potenciales que puede controlar.
En lo posible priorice esos problemas que puede resolver para enfocarse en lo que tiene mayor posibilidad de ser resuelto.
Los problemas, debilidades, amenazas deben tratarse no como vaya viniendo vamos viendo, sino planificando, discutiendo y actuando. De esta manera se minimiza mucho las posibilidades de volver a fallar.
Si se comente errores, debe reaccionar lo más rápidamente posible.
Es importante reconocer los errores para evitar repetirlos, pero debes dejarlo pasar para que no afecte la cultura organizacional.
La excelencia también es desarrollar pasión y los hábitos correctos.
Si ha estado trabajando por un tiempo, es probable que haya notado que algunos empleados están contentos de hacer lo mínimo que se les está pidiendo. Puede que no sean malos en su trabajo, per se, pero ciertamente no les apasiona.
Y la pasión es el ingrediente esencial para estar comprometido con tu trabajo, dominar un trabajo y salir adelante, incluso cuando las probabilidades no están exactamente a tu favor.
En su charla TED, titulada “Cómo inspiran los grandes líderes”, Simon Sinek vuelve a contar la historia de los hermanos Wright y su competidor, Samuel Pierpont Langley, en la carrera por construir y volar el primer avión.
Lo que muchos olvidan es que Langley tenía mucho más apoyo y recursos a su disposición, pero lo que no tenía era el tipo de pasión que alimentaba a los hermanos Wright. Entonces, aunque Langley no estaba dispuesto a probar personalmente sus aviones, los hermanos se comprometieron a construir y pilotear sus máquinas, lo que finalmente les dio la ventaja ganadora. Y ya nadie recuerda a Langley.
Por lo tanto, un compromiso apasionado puede ser crítico, pero la ventaja competitiva también es para aquellos que tienen los hábitos correctos.
Revise los procesos habituales de su negocio para eliminar o simplificar los que puedan perturbar el desempeño.