En los negocios como en la vida, el verdadero emprendedor, si quiere desenvolverse en forma inteligente, siempre deberá actuar de acuerdo con valores éticos.  Solo trascenderá en positivo quien de esa forma actué e interactué.  No es lo mismo como el mundo ve a Mandela, Gandhi o Teresa de Calcuta que a Stalin, Hitler, Mao o cualquiera de los muchos dictadorzuelos que han pasado por Latinoamérica.  Un buen empresario debe actuar de forma tal que cuando en el fututo de hable de él sus nietos puedan sentirse orgullosos de la trayectoria del abuelo.

Si un alto ejecutivo actúa con integridad en su diario quehacer, eso cimentará la confianza que todos le tendrán en la empresa para la cual trabaje. Porque la confianza no es otra cosa que la concordancia de valores y conductas.  La integridad de un ejecutivo no se pregona… se vive.

Hay gerentes inmaduros que pretenden proyectar la imagen de sabelotodo infalibles. Si no cambian, muy rápidamente perderán credibilidad porque se  le notaran sus fallas. Ellos deben reflexionar para entender que su verdadera fortaleza no consiste en saber más que cada uno de sus subordinados. Consiste en tener serenidad en los momentos de dificultad, saber orientar, lograr sinergias y tener visión de conjunto.

Econ. Rafael Peña Alvarez