La imagen corporativa de una empresa u organización no es más que una forma de manifestar físicamente nuestra marca, de diferenciarnos frente a las otras compañías competidoras. Dicha imagen transmite a nuestros clientes valores como profesionalidad, credibilidad de nuestra empresa y, por ende, una mayor confianza en nuestra forma de gestión, en nuestros resultados ya sea en forma de producto o servicio. No sólo hay que ser profesionales, hay que parecerlo. Cada vez más los consumidores acuden a las grandes cadenas y franquicias en busca de esa tranquilidad.

Como respuesta, las PYMES han de combatir esas grandes compañías demostrando continuamente su diligencia y profesionalidad y en parte eso se consigue construyendo una identidad corporativa sólida y coherente con nuestros objetivos, como veremos más adelante. Pequeños detalles como tener unas tarjetas de visita originales, papelería con nuestro logo, o que contestemos al teléfono de la oficina nombrando la empresa a la que se llama, dan esa impresión al cliente. Aunque el pequeño empresario lo ve todo como un coste, realmente es una inversión. Y si no invertimos en nosotros mismos, ¿quién lo va a hacer?

Debemos adelantarnos y analizar lo que nuestros potenciales clientes esperan de nosotros, no sólo en nuestro producto o servicio, sino también en lo relacionado con la imagen de nuestra empresa. Conviene para ello estudiar la percepción que los clientes tienen de la misma y la que nos gustaría que tuvieran.De nuestra imagen corporativa dependerá el tipo de clientes que atraigamos y la primera impresión que daremos, algo esencial si queremos diferenciarnos y destacar sobre nuestros competidores. Para ello, estudiaremos las identidades corporativas de nuestros rivales y buscaremos la diferencia.

Para constituir nuestra identidad corporativa de forma eficaz, nos basaremos en cinco pilares fundamentales:

-Personalización: A la hora de crear nuestra identidad corporativa, debemos tener en cuenta cuál es nuestro público objetivo, cuáles son nuestros clientes potenciales. ¿A qué nos dedicamos y a quiénes queremos atraer? ¿Queremos destacar por ser tradicionales u originales? Según las respuestas obtenidas estudiaremos las medidas a realizar. Por ejemplo, mientras una tienda de ropa juvenil apostará por instalar en la entrada un rótulo llamativo, un abogado matrimonial podría preferir ser más discreto y optaría por anunciarse en Google. En cualquier caso, debemos sentirnos identificados con la imagen de nosotros que estamos formando, ya que nos va a representar.

-Continuidad visual: La formación de imagen corporativa engloba una serie de ámbitos muy diferentes, pero que han de seguir un cierto patrón. Se elegirán unos colores corporativos que se pueden emplear tanto a la hora de diseñar los logos de la empresa (dos a lo sumo para utilizar en diferentes situaciones) como a la hora de decorar el espacio donde recibiremos al público. Los logos y dichos colores corporativos nos darán juego a la hora de realizar cualquier campaña publicitaria o comunicativa, desde la inserción de un módulo publicitario en prensa local hasta por ejemplo artículos de merchandising de la empresa (objetos que regalamos a nuestros clientes para publicitarnos como calendarios, bolígrafos, camisetas, mecheros, etc.)

-Cuidado del detalle: No por abarcar muchos aspectos debemos dejar de prestar atención a los detalles: impresión de tarjetas de visita con nuestro logo y datos de contacto, membretes en papelería (encabezado de folios, presupuestos o facturas, sobres, etc), introducción de firma corporativa en los correos electrónicos. Son “la huella” que deja tu empresa y por la que empezarán a conocerte tus clientes. Una empresa no es sólo una sociedad inscrita en el registro mercantil, es el trato con el cliente, una factura, ese presupuesto bien presentado, la capacidad de resolver problemas y la de mostrar nuestro saber hacer.

-Solidez: Una imagen corporativa debe de permanecer en el tiempo. El público poco a poco se familiariza con la nueva identidad corporativa, y si se cambia de forma precipitada perderíamos el reconocimiento que ésta ha obtenido. Normalmente las imágenes corporativas ya creadas sólo se cambian en casos en los que se necesita “un lavado de cara”, una modernización o adaptación al mercado concreta.

-Flexibilidad: Debemos contar con que necesitaremos adaptarnos a futuras fórmulas de comunicación y promoción, sin que conlleve un cambio de toda la imagen corporativa. Un claro ejemplo es la revolución que ha supuesto el uso de internet y las redes sociales en la comunicación corporativa y que siguen en continuo desarrollo. Con la explosión del marketing 2.0, las PYMES deben ir más allá del ámbito local y reflejar esta imagen de profesionalidad también en la red.

¿Se fiaría usted de la capacidad logística de una empresa que ni siquiera tiene página web? Seguramente no. ¿Qué opinaría usted si entrase en una web corporativa con colores fosforitos, fotos pixeladas y un logo diseñado con Word? Usted pensaría que el diseño es nefasto… ¿o directamente concluiría que la empresa no tiene recursos para hacer las cosas bien, cerrando la página web de inmediato?

Cada día los consumidores están más preparados: cada vez más usuarios buscan en internet información específica sobre el producto que desean comprar y comparan la calidad de los servicios prestados a través de las opiniones de otros usuarios en la red. Todas estas opiniones también formarán parte de la percepción que nuestros potenciales clientes tienen de nosotros, de nuestra imagen corporativa. Aunque es necesario que un experto se ocupe de gestionar nuestra reputación online y de dinamizar nuestra página web (a través de blogs, redes sociales, herramientas de monitorización, etc.) lo cierto es que la base indispensable para tener una buena reputación en internet es hacer las cosas bien, tener a nuestros clientes contentos, ser profesionales… y parecerlo.

Fuente: roastbrief.com.mx