52. Un emprendedor altamente exitoso persigue que su vida tenga un propósito y un sentido. Siente pasión por lo que hace y dedica a “su proyecto vital” alma, corazón y cerebro. Permanentemente piensa en él y se compromete para alcanzarlo. Aprende a diferenciar que es lo que más le importa y ello le sirve de norte, del cual trata de no desviarse. No se conforma con ser bueno, quiere ser sobresaliente y destacarse de los demás. De sus competidores. Y en los actuales momentos, como nunca en la historia, se le exige actuar con integridad. 

53. La diferencia entre ser bueno y ser sobresaliente es abismal. Buenos hay muchos.  Sobresalientes hay muy pocos. Pocos son los Pavarotis; Carreras o Domingos en el Bel Canto, o los Vizquel, Cabreras o Riveras en el beisbol de Grandes Ligas. ¿Cuál ha sido la diferencia que los ha llevado al estrellato? Sin duda alguna que su pasión por el éxito. No se conformaron con ser uno más del montón de buenos. Apuntaron a ser excelentes y para ello dedicaron muchas horas de preparación. Y pudieron hacerlo entre otras cosas, porque teniendo ventajas naturales, además estaban enamorados de lo que realizaban. Lo mismo se exige de los buenos gerentes.

54.- Para ser un empresario exitoso se necesita además de la disposición y habilidad, pasión y determinación, apuntando a sobresalir en lo que se hace. Y para ello no basta solo el tener muy buenas ideas. Hay que saber ponerlas en práctica sin asustarnos por eventuales fracasos, que deben convertirse en fuente de retroalimentación para no repetir errores. Recordemos que lo que para los perdedores estructurales es un fracaso, para los triunfadores es un nuevo aprendizaje. Entendamos que la experiencia acumulada no es otra cosa que una gran sumatoria de ensayos y errores.

Econ. Rafael Peña Álvarez