Las facturas sin cobrar están a la orden del día llegando a acumularse en muchas pequeñas y medianas empresas  que no tienen suficientes recursos ni personal para gestionar los clientes morosos.

Si se trata de un número reducido de facturas,  se puede recurrir a reclamar el pago de las mismas, aunque el problema aparece cuando las facturas impagadas se acumulan y hay clientes recurrentes que no pagan con frecuencia.

Para poder gestionar esta situación, hay algunos consejos que pueden ayudar a controlar la situación con estos clientes:

  • Hablar con el deudor: para evitar que se retrasen o eviten el pago de las facturas, es recomendable llamar al cliente dos semanas antes del vencimiento para recordar que se acerca la fecha límite. Una vez se ha superado el periodo fijado, se debe llamar para conocer las razones del retraso ya que muchas veces puede ser por culpa de alguna incidencia con la factura o su recepción.
  • Negociar: si se confirma que el retraso en el pago no se debe a ninguna incidencia relacionada con la factura, se puede llegar a un acuerdo con el deudor ofreciendo distintas alternativas. La más utilizada y recomendable consiste en negociar un fraccionamiento del pago, facilitando el pago del importe total mediante importes más pequeños, en ocasiones también se utiliza el cobro de intereses de demora tomando en cuenta los días de retraso.
  • Gestión externa: se puede proceder el cobro a través de una compañía de gestión de cobro, estás son muy útiles cuando las negociaciones se complican. Estas empresas se dedican a la recuperación de la deuda a cambio de una comisión, agotando todas las vías posibles.
  • Seguro de crédito: es muy útil si se quiere restar preocupación ante posibles impagos ya que a cambio del pago de unas cuotas y unas primas, las compañías aseguradoras cubren un porcentaje determinado de la deuda, de modo que la empresa cobra la mayor parte de la factura mientras que la aseguradora busca otras alternativas para cobrar la totalidad de la factura y obtener la diferencia.