Algunos dueños de negocio tienen la costumbre de evaluar a sus colaboradores como mínimo una vez al año.

En ese momento, los miembros del equipo conocen cómo ha sido su desempeño, qué es lo que han hecho bien y cuáles son sus áreas de oportunidad. Pero, ¿qué sucede los otros 364 días del año?

El coaching es un acercamiento diferente para desarrollar las capacidades de los integrantes de tu organización. Así, a través de la instrucción constante, el personal tiene la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. Esto se logra con retroalimentación constante, enseñanza y aprendizaje. Más allá de confiar únicamente en una lista de preceptos, apoya a tus empleados a lo largo de todo el camino para que cumplan con sus objetivos.

Si se lleva a cabo de la manera correcta, el coaching es un mapa hacia el éxito. Ojo: si se implementa erróneamente, puede despertar sentimientos de desprecio, represión y regaño. Para que esto no suceda, los pasos detallados que se presentan a continuación te ayudarán a crear un ambiente de trabajo armónico.

1. Construye relaciones de confianza mutua. La base del coaching está sustentada en la relación diaria entre el director y sus colaboradores. Sin un grado adecuado de confianza puede ser imposible de realizar.

2. Aclara el propósito. En una junta es importante que la persona a cargo defina la finalidad de la reunión. Lo esencial es que el tono de la explicación sea correcto, sin ser acusatorio. La clave de este paso es establecer, amistosamente, el objetivo por el que se programó la cita.

3. Llega a un acuerdo. Quizás el proceso más crítico es conseguir que un empleado acepte de forma verbal que existe algún problema en su desempeño. Un error común de los directivos es evitar tocar el tema o darlo por sentado. Sin embargo, un buen líder debe ser capaz de identificar la naturaleza del inconveniente y estar consciente de las consecuencias. Para hacer esto, es recomendable especificar cuáles son las áreas en las que hay que trabajar.

Al respecto, estos tres tips te pueden ser de gran utilidad:

Cita un ejemplo concreto en el que haya surgido un problema de desempeño.

Aclara tus expectativas de la situación.

Pide la aprobación de los demás antes de tomar una decisión.

4. Explora alternativas. La siguiente etapa consiste en explorar la manera de mejorar o corregir la situación, al motivar que el mismo empleado identifique distintas alternativas y soluciones. Evita ser tú quien propone estas posibilidades, a no ser que el colaborador sea incapaz de pensar en alguna opción. También es recomendable insistir en alternativas específicas. El objetivo es maximizar el número de opciones y hablar de sus ventajas y desventajas.

Este paso implica desarrollar habilidades como la pronta reacción y el desarrollo de conceptos. En otras palabras, deberás reconocer las sugerencias del miembro del equipo, hablar de los pros y contras, solicitar otras alternativas y pedirle que resuelva el asunto que discuten.

5. Compromételos a actuar. A continuación, tienes que ayudar al personal a escoger una alternativa, sin elegir por ellos. Asegúrate de lograr un compromiso verbal del curso a seguir y, sobre todo, cuándo será tomado.

6. Aprende a manejar las excusas. En cualquier punto de la junta pueden surgir los pretextos. Para procesarlos, replantea el comentario y enfoca de otra manera el punto a tratar, sin que esto sea acusatorio, sino un estímulo para que tu interlocutor examine su desempeño. Es muy importante que el empleado se sienta apoyado y entendido en todo momento.

7. Retroalimenta a tu personal. Los mejores guías de coaching entienden el valor y la importancia de retroalimentar continuamente a los miembros de su equipo, tanto positivamente como de manera correctiva. Para llevarlo a cabo, el discurso debe observar algunas características:

Oportuno. Los comentarios deben de ocurrir tan pronto como la interacción se realice o se termine un proceso.

Específico. Enunciados como “hiciste un buen trabajo” o, al contrario, “no brindaste un buen servicio al cliente” pueden resultar demasiado vagos. Sé más específico en cuanto a qué comportamiento te gustaría que se repitiera o cambiara.

Dirigido. Enfócate en el “qué”, no el “por qué”. Evita que la retroalimentación suene como un juicio. Empieza por “observé que” o “he visto”, y después describe el desempeño. Asimismo, deja en claro el impacto que la acción ha tenido en el equipo o en el cliente.

Sincero. Utiliza un tono de voz aprobatorio y sincero. Excluye cualquier enojo, frustración, decepción o sarcasmo.

Al final, una retroalimentación positiva refuerza que el empleado alcance su máximo potencial. Las personas tienden (por naturaleza) a brindar un mejor esfuerzo cuando son reconocidas y apreciadas. Cuando el feedback es correctivo y no se maneja de manera apropiada, puede ser una importante fuente de fricción y conflicto. En contraste, si se lleva a cabo apropiadamente, lo más seguro es que el equipo experimentará efectos positivos y un desempeño mucho mejor.

Fuente: www.soyentrepreneur.com